2010-10-07

Depredación y especies amenazadas


Por Mario Quevedo

No creo que se me lleve la contraria fácilmente si escribo que la predación (el "de-" me lo dejo deliberadamente) es una fuerza selectiva crucial. Es parte de la historia y presente evolutivos de las especies, tal y como las conocemos. Son éstos conceptos de libro de texto en Ecología, espero que fácilmente apreciados por los estudiantes de Ciencias Naturales. Y, sin embargo, cada vez oigo más a menudo el término "control de depredadores" asociado a los planes de gestión. A los del urogallo cantábrico, sin ir más lejos.

No creo que las personas que lideran o se unen al coro de "controladores de predadores" sean especialmente creacionistas; no creo que se les pueda añadir al lote de seguidores de pseudociencia que, por motivos religiosos, intentan desterrar la evolución de las escuelas. Sin embargo, parecen despreciar esa fuerza de selección natural; esa interacción con la que han convivido y bajo la que evolucionan las especies a manejar*. No parecen convencidos pues de la existencia de selección natural. Quizás no debería sorprenderme demasiado. No en vano me he quejado varias veces aquí del olvido frecuente en gestión de otro concepto básico: la sucesión ecológica.

¿Control de qué? Supongamos que estamos de guardia, y quedan tres parejas de la especie A; digamos que sabemos donde están. Digamos también que sabemos que especie o especies podrían predar sobre esos últimos individuos; y como evitarlo. Desde luego, no sería ese un lote menor de información; sabríamos mucho  más de lo  habitual. Quizá en ese caso podríamos pretender eliminar la mortalidad por predación hasta lograr, con toda la suerte del mundo, que la especie alcance un número más seguro de individuos. Fuera de un contexto numérico y espacial tan concreto, no es posible controlar los predadores naturales de una especie. Se pueden matar, claro está, pero "controlar" implica saber lo que uno consigue. 

Las interacciones interespecíficas son casi siempre complejas, tienen múltiples facetas. Ejemplos simples: una presa consumida supone energía y nutrientes para un predador. Supone incrementar la probabilidad de que ese predador pueda reproducirse, convirtiendo materia y energía obtenidas de la presa en nuevos predadores. Cada predador "controlado", muerto artificialmente, supone obviamente la perdida de la interacción anterior; pero también supone una relajación de la competencia con otros predadores. De la misma o de otras especies. Supone por tanto incrementar la probabilidad de reproducción de otros predadores, y el acceso de los mismos a las presas.

Control? No parece fácil, no. 

En otro momento podría uno repasar además aspectos éticos del eufemismo "control de predadores". O incluso aspectos económicos, de eficiencia de los recursos de conservación. En otro momento. 

Acabo con unas palabras ajenas, a mi entender sabias, que me sugieren una vez más el retraso español en el pensamiento ecológico y conservacionista. Hace ya un buen puñado de años, en 1974, el ecólogo norteamericano Durward Allen escribió:  

"No one seems to approve predation but, like sin, it is not often that anyone succeeds in stopping it for an appreciable length of time" - "Nadie parece aprobar la depredación, pero, como el pecado, no suele ocurrir que alguien logre detenerla durante un período de tiempo apreciable".

*otro asunto distinto, nada que ver con el tratado aquí, son los predadores no nativos, introducidos por el hombre. En ese caso la predación ha causado extinciones, y ha traído caos a la biota ecológicamente naif de islas oceánicas. 

1 comentario:

Buena parte de las veces que escribo aquí pretendo abrir o ampliar debate, intercambio de ideas. Por eso agradezco los comentarios.

Agradecería que no fueran anónimos. No se me ocurre qué justifica el anonimato en este contexto. Me reservo el derecho de eliminar comentarios tipo "troll de la web", especialmente si el troll es anónimo.

Mario Quevedo